…No tenemos escuelas excelentes principalmente
porque tenemos buenas escuelas. No tenemos gobiernos excelentes principalmente
porque tenemos buenos gobiernos, y parecen funcionar lo suficientemente bien. Y
ese es el problema principal. La mayoría de la gente, si mirara atrás al final
de sus vidas, se daría cuenta que no tuvieron una vida excelente, simplemente
porque resulta mucho más fácil y cómodo conformarse con una vida buena…
Así empieza el libro escrito por Jim
Collins titulado GOOD TO GREAT, traducido al español como EMPRESAS QUE
SOBRESALEN. La principal pregunta que intenta responder el autor es qué
características tiene una empresa que sobresale significativamente frente a
otras que están consideradas como buenas, o en otras palabras, en qué debe
enfocarse una empresa para dejar de ser buena en promedio para llegar a ser
sobresaliente. La clave parece estar en los promedios.
Y es que estamos rodeados de
promedios. Cuando vamos a un nuevo colegio nos piden tener un promedio para
entrar. Si quieres estudiar una carrera u otra, es necesario que tu promedio se
ajuste a lo la universidad exige. Al finalizar la universidad, tu salón de
clases tiene un promedio, tu promoción tiene un promedio, y así sucesivamente...
Lo mismo ocurre con los países donde calcula la tasa de empleo, producción, éxito escolar, la movilidad social, la reducción de
la pobreza, el aumento de la seguridad, entre otras cosas. Pero los promedios
no son siempre malos si empezamos a verlos desde el punto de vista de la
oportunidad de mejora.
El punto clave de los promedios
es que los establecen las mayorías. Piensa en esto: si todos nos enfocamos en
estar por encima de un determinado promedio, haremos que ese promedio inicial sea
cada vez más alto y, en consecuencia, tendremos que trabajar cada vez más duro
para volver a estar por encima. Por ejemplo: una persona que corre un kilómetro
en un promedio de 6 minutos tendrá que esforzarse más para que la próxima vez
pueda lograrlo en 5 minutos y así sucesivamente hasta mejorarlo cada vez más.
(En este ejemplo el promedio no sube, pero ilustra perfectamente el punto que
quiero explicar). Es decir, podemos entrar en una dinámica de exigencia mayor a
fin de lograr mejores resultados. Me refiero a la competición sana de asumir
como un reto el dar siempre un poco más de lo que habitualmente damos. Es un
tema de exigencia personal con el objetivo de lograr resultados mejores como colectivo.
No se trata de ser el mejor frente a los demás; se trata de ser el mejor frente
a ti mismo porque empiezas a asumir como un hábito el hecho de dar más de lo que habitualmente estás
acostumbrado a dar.
Es una cadena que empieza en ti mismo,
pero que se propaga a tus amigos, a tus compañeros de clase, a los
compañeros de universidad, a la comunidad en la que vives, y así sucesivamente
hasta que nos damos cuenta que tenemos un país mejor. Un país por encima del
promedio.
Una de las características revelada por Jim Collins en una empresa sobresaliente, es que las personas entienden que
la excelencia no es producto de las circunstancias; la excelencia es una
decisión consciente.
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