Generalmente tenemos la creencia que una persona es exitosa cuando gana
todas las batallas o supera todos los desafíos que se le presentan.
Consideramos más exitosas a las personas que ganan todos los partidos, que
hacen los mejores negocios, que resuelven todos los problemas o que generan
mayores ingresos. Sin embargo, con frecuencia olvidamos que el éxito no radica
únicamente en los resultados que obtenemos, sino también en cómo llegamos a
ellos.
Un deportista que gana la medalla de oro en todas las competencias en las que participa puede ser considerado exitoso, pero si luego se descubre que ha recurrido al dopaje para mejorar su rendimiento de manera ilícita, entonces la concepción del éxito cambia radicalmente. Porque no se trata únicamente de ganar desde una perspectiva externa, sino de ganar desde adentro.
Un deportista que gana la medalla de oro en todas las competencias en las que participa puede ser considerado exitoso, pero si luego se descubre que ha recurrido al dopaje para mejorar su rendimiento de manera ilícita, entonces la concepción del éxito cambia radicalmente. Porque no se trata únicamente de ganar desde una perspectiva externa, sino de ganar desde adentro.
El éxito más allá del éxito es una teoría que explica Fredy Kofman en su
libro “La Empresa Consciente; cómo agregar valor a través de los valores” y
consiste fundamentalmente en entender que el verdadero éxito radica en la
coherencia que existe entre nuestros valores y nuestras acciones, aunque a
veces esto implique no ganar.
Si para ganar un partido de fútbol, obtener una licitación para nuestra
empresa, negociar un contrato colectivo, obtener un título universitario o
ganar unas elecciones, nos vemos en la necesidad de recurrir al chantaje, al
soborno de los árbitros, a la compra de consciencias o a transitar caminos
ilícitos, aunque logremos los objetivos, lo que estamos demostrando es la
expresión más pura del espíritu de un perdedor que está dispuesto a sacrificar
los valores esenciales del ser humano con la finalidad de tenerlo todo cueste
lo que cueste.
Por el contrario, si en una situación específica el hecho de ganar implica
sacrificar nuestros principios y valores, y decidimos ser coherentes y no
sacrificarlos, puede que externamente o frente a la mirada de otros hayamos
perdido, pero internamente habremos triunfado. Porque cuando somos
fieles a los principios que rigen nuestra vida puede que no ganemos, pero es
IMPOSIBLE perder. Y para quienes sentimos la necesidad y la convicción
de rescatar los valores más esenciales del ser humano, creemos profundamente
que se gana más a través de la congruencia, que a través de la negociación de
la dignidad.... aunque muchos otros piensen, digan o hagan lo contrario.
Al final del día quien mejor juzga no son aquellos que ven desde afuera,
sino tu propia conciencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario